12 Mar Decid su nombre
Nadie está muerto de verdad hasta que las huellas que han causado en el mundo desaparecen — hasta que el reloj al que dio cuerda se pare, hasta que el vino que hizo termine de fermentar, hasta que la cosecha que plantó se coseche. La duración de la vida de alguien es sólo el núcleo de su existencia.
No recuerdo en qué año oí hablar de Sir Terry por vez primera. Sin embargo, el primer contacto con su obra la tengo grabada a fuego en mi cabeza.
De cómo conocí a Terry Pratchett
Siguiendo la recomendación de un muchachote de un ya vetusto IRC, fui a comprar El color de la magia a una librería cercana, la antigua librería Beta de República Argentina (donde está actualmente La Botica). Compré el libro, y siguiendo mis costumbres, lo abrí nada más salir por la puerta.
Una de las primeras escenas, en la que Rincewind amaga un hechizo contra un bravucón borracho, me hizo doblarme de risa en la calle.
El hombretón ya estaba buscando otro cuchillo. Rincewind miró a su alrededor con ojos salvajes y entonces, improvisando, adoptó una pose mágica.
Echó la mano hacia atrás
¡Asoniti! ¡Kyorucha! ¡Beazleblor!
El hombre titubeó, mirando nerviosamente a un lado y a otro, esperando el resultado de aquella magia. Llegó a la conclusión de que no había nada a punto de golpearle al mismo tiempo que Rincewind, tras atravesar rápidamente el pasillo, le encajaba una buena patada en la entrepierna.
Sospecho que tuve que dar un rodeo largo para llegar a casa, porque antes de entrar por la puerta ya me había terminado de leer el libro. Al día siguiente fui en busca de La luz fantástica, y desde ahí caí enganchada.
De cómo empecé a leer en inglés gracias a Plaza Janés
A lo mejor no lo recordáis, pero Plaza y Janés eran los que se ocupaban de la traducción y publicación inicial de Mundodisco en España, y lo hacían todo mal; libros publicados al tuntún, sin respetar orden cronológico, traducciones tirando a pésimas, etcétera etcétera.
El caso es que yo nunca había estudiado inglés en serio. En el colegio fui más de francés, exceptuando un par de años donde me enfrenté con buenas notas a la lengua de Shakespeare… ¿pero qué te enseñan en la ESO? ¿A decir Jelou mai fren? Veri güel, Manuel?.
Vi que en Amazon —antes de que fueran la malévola compañía que son ahora— era fácil y económico conseguir libros en inglés de segunda mano, e intenté enfrentarme a nuevos libros de Pratchett sin demasiado éxito. Por suerte, se me encendió la bombilla y recurrí al método más original y más novedoso de la historia (no).
Home English, pero de verdá
Compré de nuevo The colour of Magic. Tratándose de un libro que ya había visitado con anterioridad (y no una vez ni dos), el argumento, los chistes y los lugares comunes ya me sonaban bastante. De ahí, con ayuda del contexto y un diccionario que llevaba siempre encima, conseguí empezar a leer a Sir Terry en inglés. Y qué maravilla, joder, qué maravilla. Qué diferencia entre chistes descafeinados y puro humor sin adulterar, salido tal cual de la mente de un genio inigualable.
Y vaya si leí. Leí todo. Paso a paso, novela a novela, saltando de Rincewind a magos, de magos a brujas y de brujas a guardias. Descubrí a todo el elenco de personajes que poblaban nuestro Mundodisco y me enamoré de todos y cada uno de ellos. Qué de historias. Qué de risas. Qué de juegos de palabras intraducibles. Qué de magia, toda junta, página tras página.
Qué maravilla, poder leer en inglés y no tener que esperar a que la editorial de turno decidiera comprar los derechos y traducir un libro recién editado en versión original. Cuántos libros comprados antes del estreno, esperados con ansias junto al buzón. Cuántos libros desenvueltos y leídos en la misma mañana en un sofá junto a un colacao de tamaño familiar.
Y aquí estoy ahora, que soy capaz de leer en inglés lo que me echen. Y capaz de pronunciarlo, y hablarlo, y comunicarme sin problemas.
Mil gracias, Terry. Me has ahorrado miles de euros en academias.
Un inciso: ¿Que no quieres caldo? ¡Pues toma dos tazas!
Aunque diga que las traducciones publicadas por Plaza y Janés en su época fueron pésimas, tengo que romper una lanza a su favor: al menos, no eran como las de la primigenia editorial alemana.
Pratchett se vio obligado a cambiar de editorial (de Heyne a Goldmann) cuando, en uno de sus libros ocurrió lo siguiente.
Había muchas razones para cambiar de editorial, pero una profundamente personal para mí fue la forma en la que Heyne (creo que fue en Rechicero) insertó un anuncio de sopas Maggi en el texto. Unas cuantas líneas en negro y algo como “ahora nuestros héroes tienen que estar bastante hambrientos y qué mejor que un nutritivo bol de sopa”. Mi editor estaba bastante enfadado, pero la compañía no prometió no hacerlo de nuevo, así que se me hizo fácil abandonarlos. También se lo hicieron a Iain Banks, y según cuentan, en una convención arrancó la página ofensiva y se la comió. Sin picatostes.
Imagina tener la oportunidad de publicar libros de autores como Pratchett o Iain Banks… y aprovechar para adulterar el texto y meter anuncios. Esto me parece tan terrible como el cambio de “novio” por “amigo” en los libros de Rick Riordan.
De cómo derramé todas las lágrimas que tenía guardadas
En el 27 de agosto del 2015 salió el último libro de Mundodisco, de manera póstuma, The Shepherd’s Crown, llamado aquí La corona del pastor. Lo siento, pero aquí vienen spoilers. Flojitos, pero spoilers.
En las primeras páginas del libro presenciamos algo que no esperábamos presenciar nunca. A Muerte llevándose a Yaya Ceravieja.
‘SE ESTÁ TOMANDO ESTO MUY BIEN, ESME CERAVIEJA.’
’Es una molestia, desde luego, y no me gusta del todo, pero sé que lo hace para todo el mundo, Señor Muerte. ¿No hay otra salida?’
‘NO, ME TEMO QUE NO LA HAY. TODOS FLOTAMOS EN LOS VIENTOS DEL TIEMPO, PERO SU VELA, SEÑORA CERAVIEJA, SEGUIRÁ BRILLANDO UN TIEMPO MÁS ANTES DE APAGARSE. UNA PEQUEÑA RECOMPENSA POR UNA VIDA BIEN VIVIDA, PORQUE PUEDO VER EL EQUILIBRIO Y HA DEJADO EL MUNDO MUCHO MEJOR DE LO QUE LO ENCONTRÓ’, dijo Muerte, ’Y SI ME PREGUNTA, NADIE PODRÍA HABERLO HECHO MEJOR.’
No sé si lo sabéis, pero siempre he intentado ser una persona fuerte. Fuerte no para mí, sino para los demás. Mis problemas siempre han tomado un discreto segundo plano en cuanto he tenido cerca a gente que no podía seguir adelante.
Unos meses antes del lanzamiento de The Shepherd’s Crown, mi madre había fallecido tras una larga enfermedad. Por segunda vez me perdí el acontecimiento, y cuando llegué al hospital hice lo posible por mantenerme fuerte para apoyar a mi hermano. En ese momento conseguí reprimir la tristeza y el llanto, y dejar que mi hermano mayor se derrumbara encima mía.
El día 27 de agosto de 2015, en medio de un Starbucks cualquiera, leí este párrafo y rompí a llorar como si no hubiera un mañana. Os parecerá ridículo, pero la “muerte” ficticia de una mujer fuerte, valiente e independiente me hizo recordar vivamente la muerte muy real de otra, mi señora madre. Todas las lágrimas que no había soltado antes —gilipolleces de alguien que, en palabras de mi profesor de teatro, no se permitía ni sentir ni vivir— afloraron en ese momento.
Ese momento sanó ciertas heridas, abrió otras… y valió la pena. No os imagináis cuánto.
Sobre la muerte de Pratchett
Creo que la muerte de Sir Terry nos afectó mucho más de lo que podríamos creer en un principio. Era una muerte anunciada, sí, pero no por ello menos dolorosa, y sobre todo porque no moría “una persona”. Con él, moría todo un mundo. Vimes, Vetinari, Zanahoria, Húmedo, Jovial, Tata Ogg y Tiffany Dolorido pasaban de tener nuevas historias todos los años a caer en el estasis más completo.
Y eso, amigos, entristece a cualquiera.
Hay furia en la escritura de Terry Pratchett. La furia fue el motor que dio fuerza al Mundodisco, y esa furia la descubrirás aquí. Es la ira hacia el director de escuela que creyó que un Terry Pratchett de seis años no era lo suficientemente inteligente para pasar al Eleven Plus. Ira hacia los críticos pomposos. Ira hacia su editorial americana, que no conseguía publicar sus libros de forma exitosa.
La ira siempre está ahí, un motor que le empuja. Cuando este libro llegue a su parte final y Terry descubra que tiene una forma rara de Alzheimer, los objetivos de su furia cambian. Ahora está cabreado con su cerebro, con su genética, y más aún, cabreado con un país que no le permite elegir la forma y el momento de su propia muerte.
Y esa ira, me parece, va sobre el sentido interno de Terry de lo que es justo y lo que no. Es ese sentido de justicia que permea todo el trabajo de Terry, y es lo que le lleva del colegio al periodismo a la oficina de prensa de una nuclear y, finalmente, a ser uno de los escritores más amados y más vendidos del mundo.
Neil Gaiman, prólogo de “A slip of the keyboard”
Por último
Quizá hablo demasiado en mi propio nombre, pero no he conocido fandom menos tóxico que el de Sir Terry. Mientras que en otros mundillos —videojuegos, cine o incluso otras sagas literarias— se reparten carnés a diestro y siniestro, siempre que he visto a alguien reconocer que no ha leído en su vida nada de Mundodisco ha saltado alguien recomendando libros y ofreciendo puntos de entrada a la saga, queriendo compartir las risas, los buenos momentos y las múltiples enseñanzas que nos ofrece.
Y eso me parece absolutamente maravilloso.
Ahora, la pregunta final… ¿quién es vuestro personaje favorito de Mundodisco? ¿Por qué? Dejadlo en los comentarios.
Piteas de Adunte
Posted at 19:33h, 12 marzoPara mi es Von Mustachen. Representa el hecho de que, aún siendo un sinvergüenza (o quizás gracias a ello) puedas aportar algo al mundo.
Blinky
Posted at 20:21h, 12 marzoBendito Húmedo
Nyita
Posted at 08:34h, 13 marzoMe gustan mucho Lady Ramkin, Magrat y Eskarina. Las tres son personajes con poco éxito entre el fandom (relativo). Y yo soy un poco las tres.
Evilpan
Posted at 15:41h, 13 marzoUff sería muy difícil quedarme con uno: el bibliotecario y sus escapadas nocturnas al zoo, el tesorero loco, Vimes buscando siempre el equilibrio, el astuto Vetinari, Leonardo da Quirn con sus inventos, Jodido Estúpido Johnsson y sus diseños imposibles, Rincewind y su habilidad para sobrevivir, las brujas cn su cabezología… Quizás Zanahoria, podría ser el elegido, aunque por suerte he disfrutado con todos y cada uno de ellos, así que estaré eternamente agradecido al señor del sombrero raro con plumas.