Andaba yo un día perdiendo el tiempo por Twitter, cuando recibí el mensaje de una desconocida. “Mi mujer está aún buscando su estilo, ¿nos harías una sesión de fotos? Vamos a estar dos días por Sevilla.”

Por un lado, el plan era un poco precipitado, ya que había poco tiempo de margen tanto a la hora de hacer la sesión como poco tiempo entre el mensaje y la foto.

Por el otro, necesitaba dinero (como siempre), y por el otro, ¡una sesión a una mujer trans! ¡Por fin, que me moría de ganas!

Inspiración es quedarse corta

Conocí a Vega y Esther y me quedé prendada de primeras. Qué atuendo. Qué complementos. Qué puñetero estilo. Y yo, con unos vaqueros viejos, una camiseta larga, unas Nike ajadas y un triste pendiente de novata colgando de la oreja derecha.

Fuimos por Alameda, por Metropol Parasol, por el Gato en Bicicleta, por Constitución y por pasajes varios. Hicimos fotos aquí y allá, alternando disparos de la cámara con tiros de café. Nos marcamos una tarde maravillosa haciendo turismo fotográfico por mi querida Sevilla.

Y vuelvo a repetir, la inspiración fue menuda. Tanto, que al día siguiente caí y me gasté la mitad de los beneficios en ropa.

Unas preciosas bambas azules, a falta de colores más pastel sólo disponibles en tallas inferiores al 42. Una camiseta medio sólida medio de encaje, en tono cielo. Un par de comodísimos pantalones de algodón, uno en negro y otro, cómo no, en turquesa brillante. Un par de complementos en las tiendas del Duque.

Paso a paso, moviéndome más en mi camino hacia mi estilo propio y mi feminidad propia.

Lo malo es que me falta el pintalabios turquesa.