10 Feb El camino se hace al andar
Una de las experiencias más sanadoras que conozco, a nivel personal, es tirarme el día fuera con la cámara. Zapatillas cómodas, ropa medianamente holgada, cámara al cuello y buena música en los oídos.
Aunque parezca mentira, no es aconsejable caminar sin rumbo fijo; cuando lo haces —y puedo atestiguarlo— tus pies adquieren conciencia y te acaban llevando al sitio de siempre. ¡A falta de turismo, hay que forzarse a descubrir nuevas escenas!
Por suerte, Sevilla está llena de imágenes que capturar. No sólo se trata del arte autóctono y no tan autóctono, sino de la miríada de turistas que nos invade en cuanto hace un poco de sol. No sólo son los monumentos o la fauna asilvestrada, también son las bicis y los segways y las piraguas como métodos de transporte.
Sevilla, a poco que te fijes, rebosa de imágenes interesantes de uno y otro tipo, de color y vida, de fuerza y energía.
Y yo tengo la suerte (o la desgracia) de vivir en ella.
Lo que vi esta mañana
Hoy vi a mis queridas palomas, a piragüistas descansando de una ardua mañana de ejercicio, a turistas dormitando en plena calle y a personas bailando flamenco como si les fuera la vida en ello. Vi vida al borde del abismo, vi fuentes de luz, cámaras y relojes. Vi cielos azules y brazos al aire, nubes y cálidos abrigos.
Hoy fui, vi, y disparé.
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