09 Ene ¿Y si todes tenemos un precio?
Ah, el dinero. La solución y causa de todos los males, que quizás no dé la felicidad pero sí que quita problemas de un plumazo. Dinero como aire, que nunca es un problema hasta que empieza a faltarte. Dinero como agua, lubricante y disolvente universal que hace que la economía y el mundo fluyan.
Hoy voy a hablar de dinero, porque me han plantado una disyuntiva moral y profesional bastante interesante, por no usar otro calificativo. Como ya sabéis, no soy precisamente lo que podríamos decir una persona rica. De hecho, según los datos oficiales del gobierno, mi baremo de ingresos anuales me colocaría directamente en el rango de pobreza. Puedo soñar con la Nikon Z7, con arreglar mi portátil, con marcarme viajecitos arriba y abajo, o con pagarme sesiones de láser, o con lo que quiera, sí… pero sólo soñar, porque permitírmelo entra en el rango de lo imposible e impensable.
¿Y si?
Imaginemos que, en mi estado económico actual, viene un líder de ultraderecha y me pone en la mano cinco mil euros —o la promesa de cinco mil euros al mes— si le hago una sesión de fotos. Quiero pensar que le diría que no, porque no sólo soy una persona profundamente de izquierdas, además soy del subgrupo de personas de izquierdas que más sufrirían de subir la ultraderecha al poder. Quiero pensar que no aceptaría sobornos ni encargos de limpieza de imagen o de conciencia, que guardaría mi arte y mi trabajo y mi esfuerzo no sólo para quien lo pague, sino para quien lo merezca.
Quiero pensarlo, pero al ser sólo un ejercicio hipotético, la respuesta es fácil. ¿Sería tan fácil de hacerse realidad la oferta? ¿Podría decir que no a algo que me solucionaría la vida a corto-largo plazo? ¿Algo que me permitiría cumplir sueños no realizados por la falta de parné?
Es muy fácil, muy loable y hasta necesario criticar y cancelar a Carlos Sobera, un señor al que desde luego no le hacía falta el dinero como para meterse a hacer publicidad de créditos rápidos y casas de apuestas. Que si cada uno por separado daba asco, ver los dos juntos ya es para darle dos guantás para arreglarle las cejas, tú.. ¿Podemos hacer lo mismo con cualquier pavo con diez mil seguidores en Twitter al que le ofrecen hacer publicidad de algo, sin saber sus circunstancias económicas y vitales? Si tus ingresos mensuales estuvieran por debajo del SMI y tuvieras familia que mantener, ¿serías capaz de decirle no a Bet365?
Esto, por desgracia, es aplicable en muchísimos casos, en muchísimos supuestos. Hace una década me propusieron hacerle la página web a un torero del que no recuerdo el nombre. Me negué en redondo, porque mis principios como antitaurina valían más que lo que pudiera ganar con ese encargo. Pero claro, entonces vivía con mis padres. ¿Y si me lo ofrecieran ahora? ¿Sería capaz de decir que no?
Vivimos en un mundo tan horrible que hasta para tener principios necesitas tener dinero.
Posdata: aquí podéis ver la sesión de fotos que le hice a Daniel González Rojas, un político al que respeto y en quien confío. Y de camino, os recuerdo que hago sesiones de fotografía por Sevilla y alrededores, y que tengo un estupendísimo ko-fi en el que podéis dejar propina si no queréis que la ultraderecha me acabe reclutando como fotógrafa y manager de social media. ¡Defended mis principios! ¡Protegedme de la decadencia moral! ¡Salvad mi alma!
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